Uno de los problemas más frecuentes en la salud ocular es el síndrome del ojo seco, una afección que se produce cuando la superficie ocular no recibe la lubricación adecuada. Según el National Eye Institute de Estados Unidos, esto ocurre cuando «los ojos no producen suficientes lágrimas para mantenerse húmedos o cuando las lágrimas no cumplen correctamente su función».
El mal funcionamiento del sistema lagrimal puede deberse a dos causas principales. La primera es una alteración en la composición de las lágrimas, que impide que estas hidraten correctamente la superficie ocular. La segunda, que la película lagrimal se evapore demasiado rápido, lo que deja al ojo expuesto y sin la protección necesaria. Como consecuencia, las personas que padecen ojo seco experimentan síntomas de incomodidad ocular, entre los que destacan:
- Sensación de cuerpo extraño, como si hubiera arena en los ojos.
- Ardor, picor y enrojecimiento ocular.
- Fatiga visual y malestar al fijar la vista durante largos periodos.
- En algunos casos, sensibilidad a la luz y visión borrosa, especialmente al leer.
Si la disfunción de la película lagrimal no se trata a tiempo, puede derivar en complicaciones que afecten la calidad de vida del paciente, causando desde molestias constantes hasta problemas visuales más serios.
Una afección cada vez más frecuente, incluso en jóvenes
Recientes estudios han señalado un incremento en la prevalencia del ojo seco en la población general. En países como España, se estima que afecta aproximadamente al 20% de los adultos, aunque solo un tercio de ellos cuenta con un diagnóstico adecuado.
Un dato alarmante es que el ojo seco, tradicionalmente asociado con el envejecimiento, se está diagnosticando cada vez más en personas jóvenes. Casos de adolescentes de entre 12 y 15 años con síntomas de sequedad ocular son cada vez más comunes en consultas oftalmológicas. Además, se ha observado un notable incremento de esta afección en adultos jóvenes, en el rango de 18 a 30 años.
El impacto del ojo seco en estos grupos etarios puede ser significativo, ya que interfiere con actividades diarias como el estudio, el trabajo frente a pantallas y la lectura.
El uso de pantallas, un factor clave en el aumento del ojo seco
El creciente uso de dispositivos electrónicos ha sido identificado como un factor determinante en el incremento del ojo seco, especialmente en jóvenes. La exposición prolongada a pantallas reduce la frecuencia del parpadeo, lo que impide la distribución uniforme de la película lagrimal y favorece la evaporación de las lágrimas.
Este fenómeno se observa con mayor frecuencia en personas que pasan muchas horas frente a ordenadores, tabletas o teléfonos móviles. Quienes padecen sequedad ocular severa pueden llegar a limitar voluntariamente el uso de estos dispositivos debido al malestar que les generan.
Otros factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar ojo seco incluyen:
- Enfermedades sistémicas como la diabetes.
- Tratamientos farmacológicos, especialmente aquellos empleados para el glaucoma.
- Cirugías oculares previas.
- Inflamaciones crónicas de los párpados, como la blefaritis.
Mayor incidencia en mujeres
Los estudios epidemiológicos han demostrado que el ojo seco afecta con mayor frecuencia a las mujeres. Se estima que alrededor del 21,3% de las mujeres presentan síntomas de sequedad ocular, frente al 10,9% de los hombres.
Además, la prevalencia de esta afección aumenta significativamente a partir de los 40 años, lo que sugiere que factores hormonales pueden estar implicados en su desarrollo. Algunas investigaciones han señalado que la menopausia puede desempeñar un papel clave en la disfunción de las glándulas de Meibomio, responsables de la producción de los lípidos que estabilizan la película lagrimal.
Asimismo, se ha identificado una posible relación entre el uso de ciertos cosméticos y el desarrollo de ojo seco. Algunos productos pueden alterar la composición de la película lagrimal o contribuir a la inflamación de los párpados, lo que agrava la sintomatología.
Hacia una mayor concienciación y diagnóstico temprano
A pesar de su alta prevalencia, el ojo seco sigue siendo una afección infradiagnosticada e infratratada. Muchas personas no consultan con un especialista hasta que los síntomas son severos, lo que dificulta el manejo de la enfermedad y reduce la eficacia de los tratamientos.
El abordaje del ojo seco debe incluir un diagnóstico preciso y un enfoque terapéutico personalizado. Existen múltiples opciones de tratamiento, desde el uso de lágrimas artificiales hasta procedimientos más avanzados para mejorar la función de las glándulas de Meibomio. Sin embargo, la prevención y la concienciación siguen siendo fundamentales.
Dado el impacto que el ojo seco tiene en la calidad de vida de los pacientes, es necesario darle la importancia que merece dentro de la atención oftalmológica. Identificar los síntomas a tiempo y adoptar hábitos saludables, como parpadear con frecuencia al usar pantallas y evitar ambientes con aire acondicionado o calefacción excesiva, puede ayudar a mitigar su progresión.
El incremento de casos en jóvenes y la creciente relación con el uso de dispositivos electrónicos subrayan la necesidad de seguir investigando y promoviendo estrategias de prevención para combatir esta afección de manera efectiva.