Desde el inicio de la pandemia de COVID, hemos asistido a un incremento progresivo de los servicios de telemedicina tanto a nivel de medicina de atención primaria como de especializada.
Si bien se han desarrollado muchas utilidades, aplicaciones y servicios web que intentan dirigir la atención médica hacia estos servicios digitales, muchos de ellos no cubren prácticas, técnicas, pruebas y actividades que son de suma importancia para el diagnóstico y el tratamiento de diferentes enfermedades y patologías.
Así una consulta telefónica o por videoconferencia que puede ser útil para profesionales que ya siguen al paciente y que disponen de su historial clínico, como una consulta de respuesta a un tratamiento programado o un nuevo síntoma dentro de una patología ya conocida, puede aportar poca utilidad al profesional que establece contacto por primera vez con el paciente y su patología.
Igualmente, este tipo de procedimientos puede dar lugar a una atención más limitada en otras especialidades como la oftalmología, en las que las exploraciones y reconocimientos son básicamente visuales.
En oftalmología el contacto conversacional con el paciente puede orientar a la patología, pero ésta debe ser concretada visualmente o a través de pruebas complementarias como la biomicroscopía con lámpara de hendidura, retinografía, tomografía de coherencia óptica, campimetría, etc., pruebas que difícilmente pueden ser realizadas a través de servicios web, aunque sí podrían ser utilizados para el análisis de estas pruebas mediante la el envío y revisión de las mismas al profesional contactado.
Encontramos así diferentes posibilidades:
- utilización de servicios de reconocimiento visual online.
- realización de las pruebas en un centro de exploraciones oftalmológicas (medios especializados).
- realización de las pruebas «en casa» o a través de recursos no especializados (como un smartphone)
Intentaremos desde esta entrada analizar las diferentes posibilidades de la telemedicina